viernes, 19 de marzo de 2010

El abuso, un camaleón entre nosotros.

En estos días se habla mucho de abuso o acoso, con un nombre gringo...”bullying” que contiene la idea de un toro que embiste. También se habla de “mobbing”, que podríamos decir, que es una embestida pero con palabras, que golpean tanto o más fuerte que una agresión física. 

Algunos piensan que el abuso existe sólo hace unas cuantas décadas, de hecho se comenzó a estudiar el tema, por allá en los años 60, ¿quiere decir que nunca hubo abuso antes? C.S. Lewis, autor de Las Crónicas de Narnia, en uno de sus libros, titulado, Sorprendido por la Alegría, ya en 1955, reflexiona sobre su niñez y menciona lo siguiente:“El abuso que viene desde arriba, no importa cuán grande sea, nunca desanima y destruye tanto a un niño como el abuso de sus compañeros”. Tal vez, podríamos decir que se trata de manifestaciones humanas, que nos han acompañado durante toda la historia, en una u otra forma. Lewis, menciona, el abuso de los pares, los “compañeros”, como uno de los más difíciles de afrontar. Ahora, el abuso o acoso, se disfraza muy bien entre nosotros y quisiera mencionar sólo algunas formas en que lo hace y también señalar, lo que entiendo por compañero...en un sentido bíblico, con una palabra que tal vez hayas oído en alguna oportunidad...prójimo.

 Descubriendo al camaleón: esclavitud en todas sus formas y manifestaciones, prepotencia de autoridad o antigüedad, falta de respeto por las semejanzas y diferencias con los otros, cobardía que no enfrenta ni soluciona los problemas, silencios y palabras que manifiestan argumentos o los callan, según sea la conveniencia, manipulación de sentimientos y pensamientos, promesas no cumplidas, temores y amenazas de lo peor, descalificación reiterada de las capacidades del otro u otra, burla hacia los defectos o dificultades de otros, indiferencia por la necesidad del que nos rodea, aislación (ley del hielo) para que se debilite el carácter por la soledad, chismes, murmuración y mentiras cada uno con sus grados de profundidad e intención, violencia reprimida que estalla en cualquier momento, falta de perdón por los errores de otros y aún los propios, falta de compasión y misericordia que muestra nuestra tendencia al egoísmo. 

 Descubriendo al prójimo: el próximo o cercano, tal vez quienes habitan mi propio hogar (vecinos de pieza), los que viven en las casas o lugares alrededor mío, barrio, población, ciudad, país, continente...¿te das cuenta que vivimos en el mismo planeta...? Somos todos nosotros...Así se descubre la respuesta de Jesús cuando le preguntan, sobre quien es el prójimo...en la parábola del Buen samaritano (Lucas 10:25-37)

Descubriendo lo que nos falta por descubrir: conocer y reconocer al prójimo que nos rodea, a tu familia, vecino de barrio y población, de ciudad...y así, ampliando el círculo de nuestra vecindad, no para que dejen de existir los problemas, sino para que tengamos herramientas de amor, para resolverlos. Por algo la Biblia menciona como algo muy importante, la relación con el prójimo. Por ello, creo pertinente que nos preguntemos también ¿cómo está nuestra proximidad con Dios...? Ahora, al amar al prójimo me amo yo mismo, sin un sentido egoísta, sino de entrega a quien está mi lado.¿Cómo es nuestra convivencia, lo que hablamos, pensamos y vivimos? ¿Reconocemos nuestros límites? ¿Cuál es nuestro compromiso ? ¿Cuáles nuestros prejuicios? ¿Cómo es nuestra defensa del más débil?
No cerremos nuestros ojos a que en Lebu, tenemos tareas pendientes que enfrentar y resolver...¿ hace cuánto tiempo estás enojado con tu prójimo...vecino o tal vez con quien se sienta a tu lado en un taxi, la plaza, la iglesia...o está a tu lado en la cola del supermercado? Cuidado con usar disfraces que nos comiencen a ahogar y que no podemos sacarnos.
“Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas.” Zacarías 8:16
Iván Werth Münchmeyer
Pastor Segunda Iglesia Alianza Cristiana y Misionera

1 comentario:

  1. Si solo nos circunscribimos a los hermanos, ya tenemos la tarea en la que nos ayuda el Espíritu Santo con su fruto de amor; 1a Juan capítulo 3

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