sábado, 20 de marzo de 2010

El último apaga la luz en Lebu...y cierra la puerta...


Tal vez en estos días te ha rondado la idea de partir de Lebu...o simplemente hayas pensado ¿y ahora qué? He compartido en el tiempo que llevo acá en la zona, que este es un lugar de extracción por excelencia, primero de la tierra con la mina, luego en el mar con la pesca, también en lo forestal y agrícola, aunque en menor escala, pero en fin, una zona de extracción.



Hoy es el tiempo de extraer lo mejor de nosotros, aunque sabemos que también, ha aflorado lo peor...hemos visto los dos extremos en estos días.


Díme si no has sentido temor, incertidumbre, duda, desconfianza, desesperanza, tristeza, dolor, pánico, desconsuelo y cuantos otros sentimientos, emociones, sensaciones...y es normal que ocurra, si no quisiéramos llorar, sería que o estamos muertos, o no somos seres humanos...Tal vez hayas escuchado que esto es un castigo de Dios...tal vez que viene un terremoto o catástrofe aún más grande...tal vez hayas buscado culpables...quizá te viste como inocente de todo...o culpable de mucho...en fin...son días donde los muros caen, las máscaras se desprenden, los corazones muestran lo que realmente contienen...y...tal vez nos hayamos encontrado con sorpresas...o con la ratificación de algo que pensábamos...



En medio de la catástrofe siempre surgen palabras de aliento, campañas solidarias, sonrisas al vecino con el que nunca hablamos antes, colaboración y desvelo por el otro, risas al contar las anécdotas del terremoto.


Pensaba que no podía ser más representativo para celebrar el Bicentenario...que hacerlo con algo que “nos es propio”, como los movimientos de la tierra y en este caso, también, del mar. No en vano, tenemos el récord (nada apetecido), de contar con el terremoto más grande de los que se tiene registro, el de 1960.


Tal vez en estos días te preguntarás si las autoridades lo hicieron bien o se vieron sobrepasadas por las circunstancias. Es probable que le quieras agradecer a unos, y a otros, quisieras mandarlos a la punta del cerro...pero no en el lugar que ya te tienes reservado tú, después del sismo.

Es posible, que por esas cosas, hasta te hayan dado ganas de ir a la iglesia, o de hablar con Dios ¿le hiciste una promesa...? Espero que si así ha sido, la cumplas...dice la Palabra de Dios:

              Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. Eclesiastés 5:5

El apóstol Pablo, habla en 2 de Corintios, que podemos estar derribados, pero no destruídos, lo que significa simplemente, que si crees en Jesucristo, estás sobre la roca firme, bien fundado y que se podrá volver a construir tu vida...Ahora...¿y si me dices que no crees?... Bueno, pequeño gran problema el que tienes que afrontar. Uno, dejar que Dios haga un terremoto en tu interior...o seguir solo y levantarte como puedas...en tus propias fuerzas...Te aseguro, que Él es más poderoso, no se cansa y te ayudará si confías y esperas en Él.



Si este terremoto te ha cambiado la vida...espera a ver lo que puede hacer Dios en ti directamente...el terremoto del amor, perdón, gracia y misericordia te espera, sólo tienes que responder que quieres estar al lado de aquel que calmó a los mares y a los cielos en medio de la tormenta, creer que es el Dios que te ha provisto en estos días y que no te ha dejado sin alimento, agua, techo y abrigo, porque creas o no creas en Él, el sol sale para todos, incluso...para ti, que le rechazas una y otra vez...¿no te cansa el hacerlo? Un día, en otro terremoto, yo me cansé y me sostuvo en sus brazos hasta hoy, Él ha sido fiel y me ha enseñado a amarle cada día más, por ser quien es...mi Padre, que abrió la puerta...y ha dado luz a mi vida.
 
Iván Werth Münchmeyer
Pastor II Iglesia ACyM Lebu

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